Negocio. Eso es lo que hay detrás de esos planes que se venden en mayoreo y que te prometen cambiar tu cuerpo y hábitos en un número determinado de días.

Quien alguna vez ha cambiado un hábito sabe que para hacerlo se necesita más que 21 días. Es necesario querer, pero querer con sinceridad, sabiendo que en el proceso se va a fallar y es normal, lo importante es aprender a levantarse y seguir sin remordimiento. “Pero ¿cómo pude haber caído si el resto de las personas que hacen el reto pudieron lograrlo?” No te culpes, justo esa es la razón por la que necesitas algo personalizado.

Trabajar bajo presión es todo un tema, imagínate decirle a tu cuerpo que deje de querer tomar refresco en 21 días cuando llevas 5 años haciéndolo, o dejar los antojos de la media tarde o la copa de vino diaria antes de dormir… ¡no es tan fácil! Si lo fuera, una semana duraría 21 días.

Después de esos 21 días hay de dos: o te animas a seguir luchando por conseguir ese cambio de hábitos, o por fin te sientes libre y te convences de que eres más feliz con tus malos hábitos y retrocedes. Si eliges el primer camino, ya lo hablaremos en el próximo Newsletter, pero si eliges el segundo te hará caer el mismo círculo vicioso: malos hábitos, quiero cambiar, me restrinjo, me canso, lo dejo… y vuelvo a empezar.

No hay como cambiar hábitos desde la autocompasión, la auto escucha, sin miedo a caer porque es normal y parte del proceso, y sobretodo, sin un tiempo límite que no hará más que presionarte y causarte más ansiedad.

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